Los abismos, Pilar Quintana

Pilar Quintana y su libro Los abismos, fue el libro ganador del Premio Alfaguara 2021 y con la experiencia que tuvimos el año pasado y Salvar el fuego, era de esperar que su lectura fuera un sí o sí para este año.

De que va.

A los ocho años Claudia vive en un mundo creado y protegido por el aura de unos padres que se preocupan por ella, un espacio seguro y en general de comodidades. A los ocho años Claudia admira a su madre, su tocaya Claudia, una hermosa mujer obsesionada con las revistas del corazón, quiere y respeta a su padre, un hombre que se divide entre el trabajo y el silencio de sus propios pensamientos.

Pero también a los ocho años, Claudia empieza a descubrir las verdades del mundo de los adultos, verdades que irán formando la percepción de su mundo, que construirán sus miedos y le darán un nuevo significado a los monstruos de la infancia.

No era algo que ocurría a pesar de sus deseos o intenciones. No era un juego o una broma que salía mal. Era que en serio la persona se quería morir

#MiHumildeOpinión

Los abismos es un libro muy fácil de leer, de lenguaje cotidiano y familiar que nos transporta a nuestros propios momentos del día a día, sin embargo, sería incorrecto decir que es una lectura simple o incluso sencilla, es una historia llena de capas, formada de recuerdos y pasados familiares que irán construyendo el presente de otra persona, alguien que empieza a descubrir el mundo y por lo tanto aún está indefensa ante el.

Claudia hija es quien nos cuenta la historia, aunque ya desde una perspectiva de adulta, algo que me pasó desapercibido, por cierto, me gustaba imaginar a esa niña inteligente y despierta contándonos esta historia de sucesos que poco entendía, pero que le afectaban enormemente, sucesos que por la época en la que se desarrolla la historia (años ochenta), ni siquiera los adultos entendían del todo o querían hablar al respecto: la depresión.

Este trastorno es uno de los tantos abismos que podemos identificar en la historia, algunos son simbólicos para los personajes, otros lo son únicamente para nosotros por nuestras experiencias personales, pero para todos es fácil identificarse con ese despeñadero que nos invita a asomarnos, a dar un paso y saber que si lo das no hay vuelta atrás, un abismo que es igual de magnético que los precipicios reales.

En este relato nos relacionamos con los padres de Claudia, y a través de su mirada y lo que le han contado, conocemos la historia de estos, dos adultos criados en épocas completamente distintas entre sí, con deseos y aspiraciones igualmente frustradas pero adoptadas de maneras diferente.

La relación de Claudia con sus padres, es de lo más diferente. A su padre le da su espacio, respeta y le frustran sus silencios, su pasividad le atormenta pero sabe que su historia personal lo ha hecho ser como es, una historia de complicada orfandad; hacia su madre, Claudia siente una inmensa admiración, es joven, bonita, y siempre parece tener las respuestas de todo, respuestas que además le da sin tapujos, no le habla como a una niña la trata como a una igual.

Y a veces esa igualdad puede ser arma de dos filos, por un lado la empodera, sobre todo al ser una niña a la que se le excluye de la vida de los adultos, pero por otro la confunde, la llena de dudas, de miedos mayores que no entiende y que por su edad aún no logra controlar.

Y así, Claudia hija va recibiendo información sobre la frustración, el abuso, el suicidio y la depresión, temas que ni siquiera se discuten entre adultos, mucho menos se le pueden explicar a un niño, y que prefieren ignorarse porque estigmatizan; situaciones de las que esta niña parece no enterarse de nada pero que lo va captando todo.

Uno de los valores que le damos a la lectura, son las experiencias reales que podemos identificar en los personajes de ficción, para mí el tema de la depresión y los miedos infantiles me resultaron familiares y trajeron muchos recuerdos; pero quizá la parte de la maternidad no fue tan impactante como sí lo fue para otras personas y es aquí donde nuevamente recalco el valor de la discusión.

Cuando terminé el libro, mi reacción inicial fue, está bien, pero no me encantó, hubo cosas que no entendí y otras que no me gustaron (por ejemplo el final, que es abierto y es una de las principales controversias cuando se discute el libro),  pero antes de opinar, me dediqué a escuchar al resto de las participantes del club, para cuando pude expresar mi punto de vista muchos de los “peros” habían cambiado, entendí mucho mejor a los personajes  gracias a las experiencias reales de otras personas, y sobre todo pude vislumbrar las capas de las que les hablaba al principio, en las cuales no había reparado y que sin lugar a dudas le dan otro nivel a una historia que en un inicio o en una lectura distraída puede sentirse que no pasa nada, pero está pasando todo.

Sin duda, es una lectura que aunque es muy corta hay que dedicarle tiempo, hay que sacudirnos los prejuicios adultos y leerla con los ojos infantiles de Claudia. Ser receptivos es mi mejor consejo con esta historia, no se queden con una lectura, escarben en sus recuerdos, relean, busquen en sus propios abismos.

★★★☆☆ No está mal

Escucha el episodio 87, en donde también les cuento sobre el papel de la mujer y la maternidad.

 

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