En mi larga lista de pendientes alguna vez anoté el libro Correspondencia inédita entre Maximiliano y Carlota, pero como ustedes bien saben, en esa lista se acumulan y se acumulan libros que después olvidamos. Por eso, cuando se presentó la oportunidad de leer Carlota, en el club de lectura, no me pude resistir.
Muchos son los disfraces con que una mujer se viste, hija, para poder defender una idea. Para sobrevivir. El mío es el de esposa abnegada. Las hay monjas, prostitutas, pero todas escogemos qué ser debajo del atuendo.
#MiHumildeOpinón
Este libro inicia con un brevísimo pero sustancioso recorrido por la situación de México a finales de 1850 y principios de 1860, justo antes de la llegada de los Habsburgo, y ya en las primeras líneas me hizo sentir completamente ignorante de la historia de mi país, a grandes rasgos recordaba la guerra de reforma, liberales contra conservadores, la batalla de Puebla, a Benito Juárez del tingo al tango por todo el país defendiendo la República y sí, también recordaba que en algún momento llegaron unos archiduques europeos a gobernar un país que no era el suyo, pero ¿qué realmente sabía de Carlota y Maximiliano? que una se volvió loca y al otro lo fusilaron en Querétaro, ¿quién? ¿cómo? y ¿porqué? Se me escapaba.
Pero antes de que me juzguen, vamos reconociendo que el método de enseñanza de la historia es de lo más aburrido, y se los dice alguien que no sólo fue matadísima en la escuela, sino que además era una de mis asignaturas favoritas, eso, sin embargo, no le quita lo tedioso a memorizar fechas como un loro.
La primera parte de la novela, es la que más trabajo me costó, sobre todo por la cantidad de personajes que están involucrados, la información histórica y los saltos en el tiempo, pero cuando logré acostumbrarme a las diferentes voces, todo fluyó.
La novela es contada por un narrador omnisciente, que nos introduce en los ideales predominantes de aquella época; a través de la familia Murrieta conocemos el lado conservador, los que apoyaban la idea del Segundo Imperio Mexicano; y a pesar de su derechismo, siempre, en cada familia hay un rebelde, y de lo más profundo de los Murrieta nacen liberales dispuestos a todo para defender la recién creada República. Por Phillipe Petite, se nos relata las andanzas de los Dragones de la Emperatriz, soldados veteranos y jóvenes voluntarios que se embarcaron a otro continente con la promesa de aventura, honor y riqueza. Y por supuesto, la versión de Carlota, una mujer que nos demostró en cada página haber nacido en la época equivocada, ambiciosa y líder por naturaleza, educada para gobernar, decidida a no dejarse vencer … hasta que lo lograron.
Se nos ha enseñado a estudiar la historia de manera polarizada: los vencedores y los villanos, pero formar una opinión con esta base, es ridículo, ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos, y en este periodo de la historia de México, los malos, los usurpadores, los invasores fueron Maximiliano y Carlota.
Laura Martínez-Belli cuenta una historia ya conocida, excepto que ahora la relata la Emperatriz, rellenando esos huecos de la historia desde el punto de vista de esta mujer que hizo todo lo posible por sacar al Imperio adelante, lo intentó buscando un embarazo que asegurara una dinastía, tomando el control del gobierno cuando su esposo no estaba presente, preocupándose por las condiciones de los sectores marginados y exigiendo de las autoridades europeas el apoyo incondicional que les prometieron; dicen que la suerte no existe, que uno la forja y sin embargo, creo que Carlota sí tuvo mucha mala suerte, no sólo ser mujer de aspiraciones políticas y aptitudes para gobernar en un mundo manejado hombres, pero además de haberse casado enamorada de un hombre que no compartía su visión, que la desairó en la intimidad y la humilló públicamente, en varias ocasiones.
Conocer la vida de Carlota no tiene como objetivo desear que el Segundo Imperio hubiera prosperado, se trata de humanizar y reconocer a una mujer que hizo más de lo que le correspondía hacer, en un entorno hostil, y en donde desafortunadamente pecaron de ingenuos, pero se dedicó en cuerpo y alma a hacer su trabajo, igual que Juárez lo propio del otro lado; ¿Qué si estuvo bien sacrificar hasta su cordura por esta empresa? Depende a quien le preguntemos: NO, porque no eran requeridos, México tenía un Presidente electo democráticamente, y tener Emperadores era dar un paso atrás. Sí, porque los Habsburgo creyeron llegar a un país que los necesitaba y, por lo tanto, era su misión, se dieron cuenta a la mala y demasiado tarde también.
Lo que no podemos poner en duda, fue el amor que le profesó a este país, aprendió y dominó el español y el náhuatl, se enamoró de sus paisajes, sus olores, su fruta y su excéntrica comida. Carlota llegó austriaca, pero se fue como mexicana y murió como añorando a este país toda su vida.
Carlota, hace un recorrido por la historia del Segundo Imperio, y la sigue hasta su aislamiento forzado; una historia muy bien documentada, en la que la escritora trabajó por aproximadamente cuatro años, y quien al estar investigando sobre esta mujer, se sintió fuertemente identificada con ella, pues al igual que la Emperatriz, sabe de lo que habla cuando se ama a un país que no es el tuyo y en el que por más que lo sientas tu casa, no dejas de sentirte como extranjera, en ambas este país es México.
Si te gusta la historia, la historia de México y la ficción histórica, es un libro imprescindible.