El mes de agosto tuvo lecturas en grado intenso, por eso para el reto lector de Porrúa que elegía países como Francia e Italia, se me antojaba algo mega ligero, y más bien romanticón, pero quería que se desarrollara en Italia; para mi sorpresa, encontrar uno no fue tan fácil, por eso se los pregunté a ustedes por Instagram y de entre los libros que recomendaron, elegí este.
De que va.
A Lina le cambia la vida en un abrir y cerrar de ojos, de pronto se encuentra pasando el verano en Florencia, viviendo en un cementerio y descubriendo, a través de un viejo diario, una faceta de su madre que desconocía y una serie de eventos que le cambiaron la vida mientras estudiaba arte en esta ciudad. Lina no sólo la verá con otros ojos, sino que encontrará respuestas sobre su propia existencia.
Lo que realmente quiero es alguien que me despierte a la mañana para no perder ningún amanecer
#MiHumildeOpinión
Lina es la voz y protagonista de esta historia que nos lleva a recorrer durante un verano una de las ciudades más increíbles de la Toscana, italiana: Florencia; Aunque a regañadientes pronto los encantos de esta ciudad la conquistarán por completo: historia, arte, arquitectura, gastronomía y por su puesto el gelato, aunque claro que en el panorama aparezca un joven atractivo ayudará bastante.
A través de una vieja conocida de su madre le llega un diario que además de ofrecerle una versión más joven y audaz de ésta, también se vuelve una guía para descubrir los secretos de la ciudad, que junto a su nuevo amigo Ren, irán explorando.
¿Es cursi y predecible?, sí, pero cumplió el objetivo que buscaba, que me alejara del reclusorio oriente, mientras leía Salvar el fuego de Arriaga, así que en cuestión de segundos pasaba de los barrios bajos mexicanos, a la idílica campiña italiana.
Cuando me decidí por este libro, nunca me esperé que fuera una novela juvenil, aunque leí la sinopsis antes, me imaginaba que los personajes serían más adultos, y no, rondan entre los 16 y los 18 años, por lo tanto es una lectura ideal para adolescentes, y adultos desanimados que buscan imaginar otra vida llena de cálidos atardeceres frente al Ponte Vecchio.
Aunque las razones de Lina para pasar el verano en Italia, son mas bien lamentables, pronto la historia se vuelve bastante ligera, divertida y con un toque de ironía que se agradece; sin lugar a dudas me transportó a las antiguas calles florentinas, color sepia, empedradas, que combinan los mejores olores de la gastronomía, con lo peor de las grandes capitales. Amor y Gelato, nos lleva por algunos de los lugares más emblemáticos de esta ciudad, aunque si confieso que hubo algunos que para mí es imprescindible mencionar, uno de ellos, claro está, el David de Miguel Ángel, eterno habitante de la cuna del renacimiento, al que jamás se nombra.
Jenna Evans Welch, autora de este libro, cuenta con otras dos novelas del mismo corte: Amor y Suerte, situado en Irlanda y Amor y Olivas en Grecia, mismos que dejo en la lista de pendientes, para cuando en alguna otra ocasión necesite rememorar el verano, viajar sin salir de casa o bajarle dos rayitas de intensidad a otra lectura.