La buena suerte fue uno de esos libros que más vi a finales del año pasado, escrito por Rosa Montero, recomendado por muchos y después de haber visto su presentación en la FIL, era cuestión de tiempo de que me hiciera con el.
De que va
De un tren con otro destino, un hombre se baja en la estación de Pozonegro, un pueblo miserable y gris, ahí Pablo Hernando se esconderá del mundo, intentando ahuyentar su inevitable destino.
No hay nada que envejezca tan deprisa como el amor mal amado.
#MiHumildeOpinión
Tengo poca experiencia leyendo a Rosa Montero, pero por lo que me han platicado de ella se puede esperar cualquier cosa, así que lo mejor era entrar en la historia sin esperar nada, excepto calidad.
En un momento en la historia del ser humano en la que desaparecer voluntariamente es casi imposible, Rosa Montero decide ocultar al protagonista de La buena suerte, Pablo Hernando en un ficticio pueblo de España, un pueblo rascuache como se le diría en México, Pozonegro, un sitio de pocos habitantes, miserable, descolorido, con habitantes igual de deslucidos.
Este misterioso hombre se instala intempestivamente en Pozonegro, se compra un departamento y se dedica a sobrevivir; quizá huye, quizá lo buscan, quizá se esconde, a Pablo lo vamos conociendo por las experiencias de los demás personajes que se van encontrando con él, hasta que él mismo, obligado por las circunstancias, cuenta su historia.
Aunque coexisten varios personajes, son principalmente Benito y Raluca quienes tienen más efecto en la vida de Pablo, una especie de ying y yang que le recuerdan y redescubren la maldad y la bondad del mundo.
Benito Gutiérrez es un tipo con una terrible reputación en el pueblo, un oportunista que se aprovechará de los secretos de Pablo para usarlos en a su favor sin tener idea de lo que está por desatar; pero dentro de toda esta oscuridad está Raluca, una singular mujer con un brillo particular, una voz de esperanza que no desiste aún ante las peores circunstancias.
Nuevamente nos encontramos con una historia que tiene que ver con secretos y el arte que tenemos para juzgar todo aquello que se cruza por nuestro camino, sin realmente tener toda la información, y no me refiero a lo que hacen los personajes, sino nosotros como lectores, porque Pablo pasará por muchas etapas de corte en nuestro universo juzgador.
De este libro me llama la atención los narradores, casi todos aquellos que no son Pablo están en primera persona, cercanos al lector, mientras que Pablo es tercera persona, esquivo para quienes lo conocen en su universo y también para nosotros.
Es un libro que te deja un buen sabor de boca, como decía al inicio, he leído muy poco a la escritora, pero aún así puedes identificar características muy de ella, es una lectura optimista, con datos interesantes que no se conectan directamente a la historia, pero que se agradecen como cultura general (o al menos yo siempre los agradezco), de lectura fácil y natural, con un lenguaje que fluye y con el que nos sentimos cómodos, en contraste con sus bellas descripciones de lo que se siente pero no se toca, que pocas veces se logra tan bien.
Disfruté mucho la lectura, y sin duda me quedo con la tarea de seguir leyendo a Rosa Montero.
★★★★☆ Me gustó, lo recomiendo ampliamente.
Escucha el episodio 78 en donde también te platico del libro Una suerte pequeña de Claudia Piñeiro